Durante el día logro distraerme ya que Dios me ha regalado mucho trabajo, amigos, cine, ejercicio, incluso hasta buenas películas en televisión durante esta semana. Pero son las escasas 5 horas en las que me veo forzado entrar a mi cuarto para descansar, en las que me convierto en tu servidor, tu demonio.
Eres tan grande e indestructible, tan bien fundamentado y justo, con cimientos en el núcleo y llegas hasta la superficie. Tu misma existencia te justifica y sin ti no sería nada, lo sería todo, lo podría todo, lo perdería todo.
Me has dado grandes enseñanzas, los peores momentos y los mejores pretextos. No he aprendido a vivir contigo, pero siempre te he tenido, esperando el mejor momento en el que te pueda invocar para que tomes posesión de mi espíritu.
Te congratulo, te detesto y te aseguro que por la noche seré tu humilde servidor.
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